
Consejera regional por Corongo, Rocío Cochachín, vuelve a la escena política envuelta en escándalo: se lució en actividad partidaria con el color amarillo del partido que respalda a Carlos Álvarez. Un acto de descarado proselitismo que viola la neutralidad electoral y desnuda el oportunismo político con sello ancashino.
La neutralidad electoral en Áncash parece un chiste mal contado.
La consejera regional por la provincia de Corongo, Rocío Cochachín, no encontró mejor manera de “servir al pueblo” que servirse de su cargo para meterse de lleno en un acto político, en pleno proceso electoral, vistiendo el color amarillo, símbolo inconfundible del partido que lleva a Carlos Álvarez como su carta presidencial.
El hecho ocurrió el domingo en la provincia del Santa, a plena luz del día, donde la autoridad regional mostró sin pudor su camiseta política, dejando en claro que el principio de neutralidad, para algunos, es solo papel mojado.
El Jurado Nacional de Elecciones (JNE) debería actuar de oficio, porque este no es un simple “desliz”, sino una infracción flagrante y premeditada, digna de sanción ejemplar. Pero claro, en el Perú, los fiscalizadores suelen despertar cuando ya pasó el circo.
Cochachín no es nueva en estas travesuras. Ya se la ha visto antes pegada al oportunismo de turno: primero al lado del inefable Coqui Noriega Brito, y ahora acomodándose bajo el toldo del color político que promete reflectores y cámara. La coherencia nunca fue su fuerte.
Mientras el país exige ética, las autoridades regionales se pintan de colores según sople el viento electoral. Y así, la política se convierte otra vez en un carnaval de ambiciones donde la decencia brilla por su ausencia y el descaro gobierna con blusa amarilla.
