
«No es broma, al contrario, es la muestra de la sinvergüencería de este Congreso de delincuentes que ya han perdido el decoro y, sobre todo, la dignidad».

Si creíamos que habíamos tocado fondo con este Congreso de impresentables, estamos muy equivocados; todavía hay fondo en esa cloaca para seguir degradando la majestad del Congreso y descalificando al Parlamento a niveles impensados. Lo último es el nuevo proyecto de ley que va a permitir a los congresistas de hoy hacer campaña proselitista para su reelección durante la Semana de Representación y, evidentemente, usando los viáticos que se asignan y sin rendir cuentas.
No es broma, al contrario, es la muestra de la sinvergüencería de este Congreso de delincuentes que ya han perdido el decoro y, sobre todo, la dignidad. Creen que son reyezuelos y pueden disponer de los recursos públicos como si fuera su chacra, para que despilfarren en lo que se les venga la gana. No estuvieron contentos con la ley que legaliza el tráfico de influencias y la colusión para direccionar contratos del Estado, a través de contrataciones de sus familiares en diferentes entidades del Estado.
Ahora los congresistas impresentables que tenemos pretenden que se les pague sus campañas políticas en estas elecciones, para que puedan asegurar la reelección, en contra de la independencia, imparcialidad y neutralidad de un proceso electoral, que debería ser el criterio elemental para asegurar una elección democrática. Estos sinvergüenzas del Congreso no se conformaron con todo lo que han modificado en cuanto a las leyes electorales, eliminando las elecciones primarias en la modalidad de las PASO argentinas, que garantizaba una mejor representación y además reducía drásticamente la cantidad de partidos políticos —que hoy han llegado a 43— y una cédula de votación imposible.
Ya nos olvidamos de que, en otros periodos parlamentarios, el mal uso del dinero asignado a los congresistas por estos gastos de representación ha significado la cárcel; si no, recordemos al inefable congresista ‘come pollo’ o al congresista Salaverry, al que justamente el fujimorismo le armó una denuncia por sus informes de Semana de Representación y terminó hoy sentenciado.
En aras de la transparencia, más bien deberían eliminar la Semana de Representación un año antes de las elecciones, porque hay reelección, y a aquel congresista que quiera disponer de días para hacer campaña que se le descuente en planilla por licencia sin goce de haber, como hace cualquier funcionario que pretende tentar a un cargo de elección. Eso sería justo y ético.
Perú 21 – Richard Arce