
TORPE.
Así calificó la manera en que Donald Trump inició la guerra comercial con China porque quería que más fábricas se mudaran a EE. UU. Su desorganización y decisiones repentinas enfrió la economía global.
Las últimas semanas se ha estado hablando de un solo tema: los aranceles de Donald Trump. Con gravámenes que van desde el 10% al 245%, la guerra comercial entre Estados Unidos y China tiene como víctimas colaterales a países emergentes como Perú. A continuación, Pedro Francke, exministro de Economía y Finanzas, explicará su impacto.
—Cómo evalúa usted el regreso de medidas arancelarias por parte de Trump, especialmente en un contexto global aún sensible tras la pandemia y la guerra en Ucrania?
Donald Trump ha subido, bajado, retornado y establecido excepciones a los aranceles, a veces, el mismo día. La ruptura total de todos los acuerdos comerciales impulsado por los propios Estados Unidos en los últimos treinta años ha provocado un temblor que va a frenar la economía mundial. Sin embargo, la guerra comercial contra China generada por estas políticas no es nueva: se arrastra desde el primer gobierno de Trump, fue continuada con ciertas iniciativas por la administración de Joe Biden y hoy regresa, de forma más torpe, como parte de su reiterada promesa de recuperación económica.
Cuáles han sido las respuestas alrededor del mundo?
Los estados miembros de la Unión Europea y Canadá amenazaron y respondieron con aranceles del 25%. Fue esta respuesta más los aranceles del 125% de China quienes hicieron retroceder a los EE.UU. con una pausa de 90 días.
—Cómo están afectando las políticas comerciales de EE.UU.?
El horizonte de planificación de las grandes transnacionales respecto al mercado norteamericano se ha acortado. Si una gran empresa desea vender en EE.UU. —que representa una cuarta parte de la demanda mundial— ya no sabe cómo producir, cómo adaptarse, ni siquiera qué esperar en los próximos tres meses. El impacto recesivo a nivel internacional se refleja en las bolsas de valores y en la caída de los precios de algunos commodities.
—Y cuál cree que serían los principales efectos indirectos de los aranceles en economías emergentes como la de Perú?
Los análisis sugieren que nuestras agroexportaciones en su mayoría no se verán afectadas, ya que EE.UU. no cuenta con muchos sustitutos locales. Por su lado, el cobre está exceptuado de los aranceles y todo indica que seguirá estándolo. Aún así, la situación es sumamente volátil.
—Porque Trump cambia su decisión de un día a otro?
Sí. Cuando salieron las primeras medidas, habían aranceles muy fuertes a Vietnam, India, Bangladesh, que parecía abrir una oportunidad para nuestras exportaciones textiles, pero eso ya desapareció. Del mismo modo con el retroceso de la demanda del cobre, cuyo precio ha rebotado, pero un enfriamiento de la economía mundial siempre genera un efecto negativo para una economía como la peruana.
—Cree que los aranceles distorsionan cadenas globales de suministros en las que Perú participa como proveedor o receptor?
Nuestro rol en las cadenas globales de suministro como país es menor. La mayor parte del comercio exterior del país está concentrado en minerales, que representan el primer eslabón, y su principal comprador es China. Y agroexportaciones. Eso no va variará mucho. Pero con el enfriamiento y consecuente reducción de la demanda, veríamos una presión a la baja de los precios, el cuánto aún es incierto.
—A qué países afecta?
México, Brasil, y otros países que producen productos industriales intermedios. Ellos se verán afectados en la medida que las empresas reacomoden sus cadenas globales de suministros.
—Nuestras autoridades se han estado tomando a la ligera la amenaza de un aumento de los gravamen hasta que llegó el 10%
EE.UU. se zurró en el TLC. En Perú, el primer ministro, Gustavo Adrianzén, decía: “No vemos posibilidades para que lo previsto en el Tratado de Libre Comercio (TLC) se vea afectado”. Posteriormente, Alfredo Ferrero, el embajador de Dina Boluarte en los EE.UU., incluso afirmó “el TLC nos protegió y nos colocó en la base más baja”, pero es fácil de comprobar la falsedad de sus afirmaciones, ya que otros países que no tienen TLC también la han recibido.
—La ministra de Comercio Exterior y Turismo, Desilú León, sostuvo el mismo discurso incluso cuando Mauricio Claver-Carone, asesor de Donald Trump, sugirió aplicar aranceles del 60% a los productos que pasen por el puerto de Chancay
Fue una pésima evaluación de lo que Trump podía o no hacer. Lo razonable, a mi juicio, habría sido actuar de forma preventiva. Si sabes que te pueden golpear, no esperas a que te tiren al piso para recién reaccionar. Era necesario anticiparse, no responder de forma tardía, como se ha hecho ahora.
—La realidad no solo la contradijo, sino que llevó al Mincetur a intensificar las negociaciones comerciales en curso con países como Guatemala, El Salvador, India, Indonesia e incluso Emiratos Árabes Unidos
Guatemala y El Salvador representan apenas el 0,1% del comercio mundial. Son mercados ínfimos para nuestras exportaciones. Si hablamos de abrir nuevos frentes, hay que mirar hacia países con mayor peso, dentro y fuera de la región.
—La respuesta de Perú debería ser solo comercial?
En mi opinión, el problema de fondo no es solo comercial, sino estratégico: se trata de nuestra política industrial y económica. Debemos preguntarnos: ¿cuál es nuestra estrategia para defender la industria nacional, promover sectores con potencial, desarrollar nuevos productos o impulsar el turismo? No se trata solo de reaccionar al golpe, sino de ampliar el abanico de respuestas.