Con la presentación de la lista inicial del padrón electoral para las Elecciones Generales 2026, surgen algunas conclusiones preliminares. Dos grupos sociales destacan por encima del resto debido a su mayoría relativa: mujeres y jóvenes superan en número a los hombres y a otros grupos etarios, respectivamente.
Mientras que las mujeres representan el 50.43% del padrón electoral, con 13 millones 795,688 mujeres listas para votar, los jóvenes de entre 18 y 29 años también destacan por su peso etario, con 6.87 millones de inscritos. De este grupo, 2.5 millones votarán por primera vez en estas elecciones. Esto significa que los jóvenes en ese rango constituyen el 25.16% del padrón total y que los votantes primerizos equivalen al 9.15% de todo el electorado.
El panorama de estos comicios es inédito: por primera vez en nuestra historia republicana, habrá 39 candidatos presidenciales. Esta dispersión del voto puede generar efectos negativos, pero también constituye un incentivo para que cada candidato busque conquistar los “grandes bolsones” sociales. En este contexto, mujeres y jóvenes serán grupos clave a los que los candidatos apuntarán para ganar su confianza.
La generación Z: de la protesta a las urnas
Durante los últimos meses, los nacidos entre finales del siglo XX e inicios del XXI han tomado un papel activo en el debate público nacional. Criados bajo el velo neoliberal heredado del fujimorismo, estos jóvenes podrían estar buscando opciones políticas que promuevan reformas en el sistema político y económico.
La falta de opciones de vivienda asequibles y la imposibilidad de costear educación y salud de calidad con sus ingresos son argumentos que los centennials utilizan para desconfiar del establishment. A estas dificultades se suma un factor propio de nuestro país y transversal a toda la población: la delincuencia, especialmente a través de la extorsión, que también limita sus oportunidades de emprendimiento.
Con una democracia tan imperfecta, el Perú es terreno fértil para la protesta social. Al igual que en Berlín o Washington, los jóvenes salen a las calles para exigir un cambio en la clase política. Los partidos tradicionales no logran conectar con la generación Z, y consignas que reclaman un cambio en las caras de siempre —como #NoKings o el local #QueSeVayanTodos— se vuelven cada vez más comunes.
Para Pavel Aguilar, profesor de sociología política en la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP), el descontento de la juventud peruana con la política tradicional se remonta a varias décadas atrás: “Desde la generación millennial en adelante, los menores de 40 años han vivido de cerca la crisis política, conocen a sus responsables y los identifican fácilmente en el Congreso o en la administración pública. Por ello, no se sienten representados por candidatos ni fuerzas tradicionales como el fujimorismo, Acción Popular o el APRA. Lo mismo ocurre con agrupaciones que defienden agendas conservadoras o incluso reaccionarias, como Renovación Popular”, señala.
No obstante, sería un error catalogar a toda la generación Z como “antisistema”. Los jóvenes no constituyen un grupo homogéneo que piense igual solo por su edad. Encuestas electorales en distintos países muestran una tendencia interesante: los hombres jóvenes suelen inclinarse por opciones más conservadoras, mientras que las mujeres jóvenes se sienten más cómodas con alternativas progresistas.
La llamada “batalla cultural” también influye en la preferencia electoral de los jóvenes. Así lo ejemplifican Alexis Rodríguez, estudiante de Administración Hotelera, y Carla Medina, estudiante de Relaciones Internacionales, ambos de 19 años y votantes por primera vez. En diálogo con La República, Rodríguez confirma su afinidad con la centroderecha: “Creo que votaré por Phillip Butters”, indica. Medina, en cambio, se aproxima a opciones moderadas de izquierda: “Mi candidato, hasta ahora, es Alfonso López-Chau”. Para Aguilar, esta tendencia de chicos conservadores y chicas progresistas podría repetirse en estas elecciones.
“Es posible anticipar un sesgo hacia el conservadurismo en los hombres jóvenes peruanos. Esto quizá no sea evidente de inmediato, pero empieza a notarse en ciertos grupos de socialización y en nichos de contenido dirigidos a este segmento. Por supuesto, hay que considerar otros factores para un análisis más riguroso: la religión, el entorno de vida y el nivel educativo podrían ofrecer una imagen más completa. Sin embargo, podemos identificar con claridad una reacción conservadora de un sector masculino de la juventud frente a las reivindicaciones del feminismo, los derechos LGTBI+ y agendas afines”, explica el sociólogo.
Sobre qué partidos podrían capitalizar el voto joven, Aguilar comenta: “La mayoría de políticos se dirigen en redes sociales a audiencias cerradas en sus discursos autoafirmativos. La derecha conservadora —como Renovación Popular y, en menor medida, Fuerza Popular— ha encontrado en su noción de ‘batalla cultural’ una oportunidad para emprender una cruzada moral que puede atraer a los jóvenes, construyendo enemigos de paja que supuestamente buscan destruir los valores tradicionales, incluida la idea de una ‘masculinidad fuerte’. Por otro lado, partidos progresistas como Nuevo Perú y, tal vez, Ahora Nación, presentan candidatas que abrazan abiertamente el feminismo, lo que despierta simpatía principalmente entre sectores urbanos de clase media, y difícilmente más allá, dado que el país sigue siendo extremadamente machista”.
El voto femenino en disputa
Junto con los jóvenes, las mujeres serán otro grupo clave en disputa en estos comicios. Históricamente, el voto femenino busca atender una larga serie de inequidades existentes. Según distintos reportes electorales, las mujeres acuden a las urnas con la intención de cerrar brechas históricas que limitan su desarrollo en la vida pública. Como resultado, se han logrado avances que les permiten ocupar puestos relevantes en la política y en profesiones donde antes eran marginadas.
No obstante, al igual que ocurre con los jóvenes, sería un error considerar al voto femenino como una elección grupal sin matices. Los intereses políticos de las mujeres están influidos por factores como la clase social, la región de procedencia e incluso las prácticas religiosas, que pueden hacer que dos mujeres peruanas elijan candidatos distintos dentro del espectro político.
“No creo que el hecho de que la candidata presidencial sea mujer garantice un apoyo masivo de este sector. Más bien, encontraremos tendencias cruzadas en el voto femenino. Propuestas como la lucha contra la corrupción, la reforma policial y la inversión en infraestructura pública podrían ser más relevantes o atractivas que una agenda centrada únicamente en los derechos de las mujeres. No obstante, ambas cuestiones pueden combinarse dentro de la agenda de la izquierda”, señala Aguilar.
Por este motivo, el politólogo considera que no existe un solo grupo político capaz de atraer de manera consistente el voto femenino: “La población femenina es muy diversa en sus preferencias políticas, el sistema de partidos carece de organizaciones sólidas e institucionalizadas —salvo Fuerza Popular y, quizá, el APRA—, y además el voto es disperso y volátil. Por ello, no es posible anticipar un resultado claro”, concluye el sociólogo.
Datos muy similares a los del 2021
Si volteamos la mirada al pasado, los datos presentados en este padrón electoral por la Reniec son muy similares a los de la última elección presidencial. En aquel entonces, las mujeres también eran el grupo predominante dentro de la votación, con 12’745,409 registradas. No obstante, este número ha crecido considerablemente en estas elecciones: ahora se registran 13’795,688 mujeres en el padrón. Cabe destacar que, de todas formas, el crecimiento electoral es general y también se observa en el público masculino.
En el caso de los jóvenes, la tendencia es a la baja. En 2021, los menores de 30 años representaban el 27.40% de los votos, con 6’928,324 registrados. En 2026, esta cifra disminuye a 6,87 millones, lo que equivale al 25,16% del padrón electoral total.
LaRepublica
