
La pieza, perteneciente al estilo Patazca, habría sido rota de manera deliberada como parte de una ofrenda ritual, o en el marco de un evento de conflicto en el sitio. Su ubicación, en un espacio de profundo valor ceremonial, resalta su significado simbólico dentro de las prácticas religiosas asociadas al sol.
Los investigadores sostienen que la representación de guerreros está vinculada al edificio conocido como “Templo Fortificado”, que funcionó como centro político, militar y ritual de las élites de Chankillo.
Este hallazgo confirma que los objetos rituales no solo tenían un carácter ceremonial, sino que también transmitían mensajes de identidad y autoridad.
La vasija se suma a otras evidencias que relacionan las ceremonias solares —organizadas a partir de las observaciones astronómicas en las Trece Torres de Chankillo— con el surgimiento de una élite guerrera que consolidó su poder a través de la ritualidad, el control del calendario solar y la fuerza militar.
De esta manera, el hallazgo refuerza la interpretación de que Chankillo, además de ser el observatorio solar más antiguo de América, también fue escenario de combates y de legitimación del poder de sus élites.
El Ministerio de Cultura informó que, a través de su unidad ejecutora Chankillo, continuará con las excavaciones en distintas áreas del complejo para seguir revelando aspectos clave de la civilización que floreció en Áncash hace más de 2300 años.
Patrimonio de la Humanidad
Chankillo es centro ceremonial reconocido por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) como Patrimonio de la Humanidad, en el año 2021.
Sus Trece Torres conforman el observatorio solar más antiguo de América y el único calendario de horizonte solar completo del mundo antiguo. Además, el complejo incluye una imponente fortificación de 300 metros de largo, reinterpretada como Templo Fortificado.