


La Laguna Radian, uno de los parajes naturales más emblemáticos de la región por su belleza serena y entorno silvestre, quedó severamente afectada tras el reciente feriado largo. Montones de basura, ruidos ensordecedores y signos de invasión ambiental marcaron el paso de cientos de visitantes que, lejos de contemplar, dejaron una huella de deterioro.
La construcción de una nueva carretera que permite el ingreso vehicular hasta las orillas facilitó la llegada masiva de personas, pero también desencadenó el caos: parlantes a todo volumen, rituales sin respeto, animales sueltos que alteraban la escasa fauna silvestre y residuos por doquier. “La montaña ya no hablaba. Fue callada por la prisa, el egoísmo y la necesidad de tenerlo todo ‘fácil’ y ‘viral’”, lamentó un visitante, profundamente conmovido por la escena.
Este suceso ha generado indignación en redes sociales, donde ya circulan imágenes del lamentable estado de la laguna. Activistas y ciudadanos coinciden en que este tipo de desmanes son consecuencia de la falta de educación ambiental y la ausencia de políticas de turismo sostenible.

Lo ocurrido reaviva el debate sobre la urgente necesidad de fomentar un turismo responsable, que valore el silencio, la caminata consciente y el respeto por la naturaleza. “¿Hasta cuándo vamos a seguir matando la belleza que decimos amar?”, se preguntan muchos, en medio de una reflexión colectiva que exige acciones concretas para proteger los últimos refugios naturales del país.