
Alfredo Torres
«Lo que ocurrió en la primera vuelta de 2021 fue una polarización entre candidatos costeños y andinos. Los primeros con propuestas de lo que se suele denominar centro y derecha, los segundos más afines a propuestas de izquierda».
A seis meses de las elecciones generales, muchos se preguntan si en abril de 2026 podríamos ver un fenómeno como el de Pedro Castillo en 2021, y la respuesta corta es que sí. Como se recordará, el ganador de la primera vuelta entonces creció aceleradamente en la última semana, una situación que no se presentaba desde 1990, cuando Alberto Fujimori fue la sorpresa. En las otras elecciones presidenciales ocurridas entre 1980 y 2016, el ganador se ubicaba en las encuestas en los primeros cinco lugares con más de 10% de intención de voto seis meses antes.
El voto tiene muchas motivaciones, pero en este artículo quisiera destacar una de ellas que ha estado siempre presente, pero que fue fundamental en 2021 y podría repetirse en 2026. Esa motivación es el voto identitario. Antes de la polarización fujimorismo–antifujimorismo, que se produjo en la segunda vuelta, lo que ocurrió en la primera vuelta de 2021 fue una polarización entre candidatos costeños y andinos. Los primeros con propuestas de lo que se suele denominar centro y derecha, los segundos más afines a propuestas de izquierda.
Los candidatos costeños importantes en 2021 fueron seis: Keiko Fujimori, Rafael López Aliaga, Hernando de Soto, George Forsyth, Julio Guzmán y Alberto Beingolea (sin contar a César Acuña, líder trujillano de origen chotano). Los candidatos andinos importantes en 2021 fueron tres: Pedro Castillo, Yonhy Lescano y Verónika Mendoza. Lo que ocurrió a lo largo de la campaña fue, en realidad, un proceso de “eliminatorias” entre los candidatos costeños y, en paralelo, entre los candidatos andinos.
Entre los costeños, el primero que despuntó fue George Forsyth, seguido por Keiko Fujimori y Julio Guzmán. En algún momento, Guzmán llegó incluso a superar a Fujimori, pero se vio envuelto en un escándalo personal y su candidatura se desplomó.
El exfutbolista Forsyth duró un poco más, pero poco a poco su falta de destreza política fue poniéndose en evidencia y entonces fue superado por Rafael López Aliaga y Hernando de Soto. Al final, el voto se dividió entre ambos y Keiko Fujimori logró prevalecer (ver lámina 1).
Entre los candidatos andinos, la cusqueña Verónika Mendoza empezó encabezando las encuestas, pero quizá su condición de mujer progresista no resultaba particularmente atractiva para electores conservadores andinos. Pronto fue sobrepasada por el experimentado político puneño Yonhy Lescano, que llegó a encabezar la intención de voto. Pero, conforme se fue tomando consciencia de que había sido congresista casi 20 años, el electorado más orientado a un cambio radical lo abandonó. Además, el gran bolsón de electorado andino, que en las encuestas contestaba que votaría en blanco o viciado, o que estaba indeciso, se inclinó la última semana por Castillo (ver lámina 2).
Cuando se compara la evolución del voto acumulado de los candidatos costeños y andinos, así como del voto blanco/viciado/indeciso, se observa con claridad que el voto por los costeños se mantuvo relativamente constante a lo largo de la campaña, mientras que los candidatos andinos triplican su intención de voto conforme la mayoría de los electores que declaraban en las encuestas que votarían blanco/viciado o que estaban indecisos tomaban partido. (ver lámina 3)
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Las elecciones 2026 muestran nuevamente a un número amplio de candidatos costeños (Rafael López Aliaga, Keiko Fujimori, Carlos Álvarez, Rafael Belaunde, Phillip Butters y otros) encabezando las encuestas, pero también a la mitad del electorado contestando blanco/viciado/indeciso (más que en 2021). Por el momento, entre los candidatos andinos, el moqueguano Mario Vizcarra aparece creciendo. El tiempo dirá si logra sostener esa tendencia conforme más electores se enteren de que no se trata del inhabilitado expresidente, sino de su hermano. Pero lo que posiblemente ocurrirá es que otro candidato de origen andino trepará en la intención de voto en las últimas semanas de campaña.
Castillo ganó la primera vuelta en 2021 porque despuntó en el mundo andino mientras las preferencias de los costeños se dispersaron entre varios. Para que un candidato costeño gane las elecciones tiene que desarrollar empatía y esperanza en regiones distintas a su ciudad de nacimiento y residencia. Varios candidatos costeños lo han logrado en el pasado. Está por verse si alguno lo logrará en 2026.
LAS ENCUESTAS DE LA ÚLTIMA SEMANA
Una lectura superficial de las encuestas de la primera vuelta de 2021 podría concluir que “no la vieron”. Es una percepción errada porque asume, absurdamente, que no podía moverse nada en la semana final de campaña, cuando decide más de la tercera parte del electorado peruano.
Como se recordará, todas las encuestas divulgadas una semana antes de la votación (y efectuadas, por lo tanto, entre 9 y 15 días antes) registraban un empate múltiple (ver lámina 4) y así fue destacado por todos los medios de comunicación.
En efecto, en un artículo que publiqué en El Comercio el mismo día que se divulgó la última encuesta y que titulé “La elección más fraccionada de la historia”, señalé que tenían opción de pasar a la segunda vuelta siete candidatos. Pero también advertí que Castillo venía “creciendo con fuerza, sobre todo, en la sierra centro y en el ámbito rural andino”.
Posteriormente, dos encuestas confidenciales de Ipsos – a las cuales tuvo acceso gran parte de la prensa– revelaron que Castillo continuaba avanzando y la última medición ya lo ubicaba en el primer lugar. Desde la encuesta publicada una semana antes hasta la votación, creció de 6.5 a 15.4%, es decir, 8.9 puntos porcentuales. También creció 2.8 puntos Rafael López Aliaga, pero no le alcanzó para superar a Keiko Fujimori, que, así, pasó a la segunda vuelta electoral (ver lámina 5).





