
En medio del cansancio, las cuestas y los kilómetros que separan a Pataz de Lima, un protagonista inesperado se ha robado el corazón de todos: “Firulay”, el perrito que decidió acompañar al alcalde Aldo Carlos Mariños en su marcha de sacrificio hacia la capital.
Desde que partieron de Tayabamba, el alcalde provincial ha sido símbolo de lucha y resistencia; pero fue este pequeño compañero quien le dio a la caminata un toque de ternura y esperanza.
A su paso por Otuzco, la “Capital de la Fe”, no solo encontró aliento espiritual, sino también a este noble animal que, sin pedir nada, se sumó a la travesía. Desde entonces, no se ha separado de él.
Los pobladores lo esperan en cada pueblo con agua, comida y aplausos. “Firulay” se ha convertido en emblema de lealtad, en un recordatorio viviente de que las causas justas atraen corazones puros.
En redes sociales ya circulan fotos del fiel amigo caminando al lado del alcalde, con la lengua afuera, el cuerpo cansado, pero el espíritu más firme que nunca.
En tiempos donde los políticos suelen caminar solo por cámaras, “Firulay” nos enseña que hay marchas que se hacen con el alma… y con patas.
Esta historia resume lo que el Perú necesita: lealtad, compromiso y corazón. No discursos vacíos, sino pasos sinceros.
Porque mientras algunos viajan en helicóptero para “acercarse al pueblo”, otros caminan días enteros acompañados por un perro que no pide más que cariño.
“Firulay” no tiene cargo ni sueldo. Pero tiene lo que muchos políticos no: dignidad, empatía y constancia.
Su presencia no solo anima al alcalde, sino a miles que siguen la marcha con el corazón en la mano. Es el símbolo de una lucha que no se detiene ante el cansancio.
“Nos acompaña desde que salimos, no se despega”, contó un miembro de la comitiva. La historia se volvió viral y ha despertado una ola de afecto en todo el país.
A veces los héroes no usan corbata ni cargo público. A veces solo llevan una mirada fiel y un paso al ritmo de la esperanza.
“Firulay” no solo acompaña una marcha. Está recordándonos que el Perú también se mueve con amor.