

El escenario político en el Consejo Regional de Áncash atraviesa un punto de quiebre. Diversos consejeros, incluso aquellos que en su momento respaldaron al gobernador Koki Noriega bajo la desaparecida agrupación política AGUA, hoy marcan distancia y se perfilan como una oposición cada vez más evidente.
Las razones son múltiples y tienen como eje común la falta de transparencia y la desconfianza en la gestión del Ejecutivo regional. Entre los principales cuestionamientos se señalan:
Opacidad en el programa Hatun Áncash IV, donde varios alcaldes denunciaron direccionamiento y arbitrajes para beneficiar a determinados proyectos y empresas.
Escándalos en el sector Salud, como el mal manejo de medicamentos en Diresa Áncash, las irregularidades en la designación de funcionarios y los reiterados procesos de contratación declarados nulos.
Baja ejecución presupuestal, que mantiene paralizados proyectos estratégicos de educación, salud e infraestructura.
Nepotismo y redes de favores políticos, con la designación de allegados en cargos de confianza sin cumplir la Ley de Idoneidad.
Según fuentes cercanas al Consejo Regional, varios consejeros consideran que el gobernador ha perdido legitimidad para liderar acuerdos en beneficio de la región. Incluso, se habla de la conformación de un bloque opositor que busca ejercer una fiscalización más severa, con la posibilidad de abrir investigaciones por presuntos actos de corrupción y omisiones graves en la administración pública.
En este contexto, Noriega enfrenta un escenario adverso: aislado políticamente, sin bancada sólida, con consejeros que ya no lo respaldan y con una ciudadanía cada vez más crítica por la falta de resultados y la sombra de denuncias que rodea a su gestión.
Áncash vuelve a revivir un patrón ya conocido: gobernadores que llegan con promesas de cambio, pero que terminan acorralados por la desconfianza, la improvisación y las pugnas internas.
Foto de un antes y después.
